Tras las imágenes de Lola Martínez

Tras la imágenes de Lola Martínez, nuestra profesora del Curso Avanzado, se esconden historias mágicas: reflexiones que nos trasladan a cuentos (en el buen sentido de la palabra), a preguntas, a ver y buscar más allá de la imagen.

Hoy, aprovechando que han recibido la Mención de Honor de los Chromatic Photo Awards 2019 y que han sido nominadas en los Fine Art Photography Awards 2020 en categoría professional Abstract y Landscape, os invitamos a asomaros a LONELY PINE y THE KAZAKH STEEPE.

Lonely Pine de Lola Martínez

Estaba buscando un pino centinela (Sentinel pine es mi fotografía favorita suya) en Madrid para sentirme como Ansel Adams, y encontré un árbol que los locales llaman "El pino solitario". Un pino aislado, solo; el único superviviente de dos incendios masivos (ambos provocados) en la sierra de Guadarrama. El primero en el siglo XIX y el segundo durante la Guerra Civil española. Este único testigo es el es el centinela del valle. Un doloroso recordatorio del impacto humano negativo e irreversible en la naturaleza. Tiene alrededor de 30 metros de altura, 6 m de diámetro y probablemente alrededor de 350 años, vigilando el valle 1600 m de altura.

La foto se tomó con un filtro ND de 9 pasos porque quería capturar el mayor tiempo posible, entender el punto de vista de este centinela, la mirada del árbol. ¿Qué vería este pino? ¿Cómo se sentiría ver a través de sus ojos? De pie allí, quieto, solo, a medida que pasabn las nubes, los días y las décadas.

Este pino es un símbolo de resistencia que ha cautivado tanto a los lugareños que incluso lo han integrado en el escudo del municipio.

Para mí es un signo de resistencia y una declaración de activismo medioambiental en sí mismo, especialmente ahora que el Sentinel del valle de Yosemite, tan bellamente retratado por Ansel Adams, está seco y muerto. También es una declaración de cómo la soeldad a veces puede ser un signo de la belleza más sobrecogedora.

The Kazakh Steepe de Lola Martínez

Nací con melanocitosis dérmica congénita, una marca azul en la parte baja de la espalda también llamada mancha mongola. Siempre he achacado entonces mi pasión por los desiertos y las grandes extensiones se debe a mis ancestros nómadas. Soñé con conocer las estepas euroasiáticas. Cuando aterricé en Kazajstán, me sentí abrumada por las dimensiones del territorio. Era exactamente lo que estaba buscando. En mi primera noche en Astana, decidí forzar el trazo de la luz lo suficiente como para rendir homenaje a ese territorio infinito que tenía delante: la estepa kazaja. Además, de esa manera logré centrar aún más la atención en esa media luna que parecía casi una elogio para los pueblos túrquicos -  los kökturk (“turcos celestiales”)- que habitaban ese territorio en la era medieval. No conseguí capturar la verdad inmensidad escala del lugar. Basta decir que lo que parecen 5 minutos a la vista es una caminata de 7 horas. Con eso os haceis a la idea.

Lola Martínez

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