El Salto publica en su Nº71 el proyecto “Cuerpos rotos” de nuestra antigua alumna del Curso de Fotoperiodismo y Reportaje, Rebeca Mayorga.

La serie fue ganadora de una de las Becas del Seminario de fotografía y periodismo de Albarracín 2022. En ella, Rebeca Mayorga pone el foco en las enfermedades laborales no reconocidas que existen en los trabajos feminizados, unos trabajos desempeñados tradicionalmente por mujeres que acarrean para ellas una serie de consecuencias físicas y psicológicas derivadas de la brecha de género.

"La tesis que Cuerpos rotos intenta constatar es que en estos trabajos, con el punto en común de que son sectores feminizados y que comparten en su mayoría el mismo tipo de lesiones, las enfermedades consecuentes de la actividad profesional no están reconocidas como laborales por el “simple” hecho de ser mujeres. La justificación social llegó recientemente, este septiembre del 2022, con la primera sentencia que ha reconocido que la incapacidad temporal de una trabajadora de la limpieza deriva de enfermedad profesional, aunque su trabajo no aparezca en la enumeración de actividades que pueden generar una dolencia profesional.

Un proyecto de investigación a largo plazo y fotografía documental ligado a los temas de Salud, Igualdad de Género y Trabajo decente, tres de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible."

Rebeca Mayorga

A través del artículo de El Salto, disponible en formato online e impreso, la autora le da voz e imagen a un conjunto de mujeres y casos. A continuación os presentamos a una de ellas:

Ana María, socio-sanitaria, estaba embarazada cuando contrajo tuberculosis a través de un usuario. Transmitió la enfermedad a su hija Rebeca a los 18 meses de vida, y a los 15 años le diagnosticaron una pérdida auditiva del 65% en cada oído provocada por la medicación contra la tuberculosis. Con una discapacidad reconocida del 41%, Rebeca estudia hoy para ser profesora de música para personas en situación de discapacidad auditiva. Empresas externalizadas y servicios sociales usan como barrera la Ley de protección de datos para que las socio-sanitarias no puedan acceder a la información médica de las personas a las que atienden en su domicilio, con el peligro que supone no tener conocimiento en caso de que la enfermedad sea contagiosa. El caso de Ana María es extremo, pero ilustra cómo las enfermedades laborales no reconocidas pueden afectar también al entorno familiar de las trabajadoras. “Aprendemos a distinguir si la medicación que toman las usuarias es para enfermedades contagiosas”, confiesan. Rebeca Mayorga

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¡Gran y necesario trabajo, Rebeca!

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