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"Contre-Souvenir": Luis Carlos Tovar expone en el Centre d'art de Houilles

@Luis Carlos Tovar, "Contre Souvenir", La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage
@Luis Carlos Tovar, "Contre Souvenir", La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage
@Luis Carlos Tovar, "Contre Souvenir", La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage
@Luis Carlos Tovar, "Contre Souvenir", La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage

La exposición de nuestro antiguo alumno del Máster y artista de Galería Cero, Luis Carlos Tovar, bajo el comisariado de María Santoyo (profesora y Directora del Máster de Fotografía de Autor), se podrá visitar hasta el 11 de marzo en La Graineterie.

 

Contre-Souvenir

(Luis Carlos Tovar y la desmemoria)

Por María Santoyo

En el principio, un hombre fue despojado de su libertad y arrastrado manigua adentro. La manigua es el bosque tropical, pantanoso e impenetrable de la Amazonía colombiana —también se dice de una cuestión intrincada o confusa—. El padre de Luis Carlos Tovar, secuestrado por la guerrilla de las FARC en 1980, fue forzado a deambular por la selva tropical durante varios meses. Para él, la manigua era una casa donde nunca amanece. Su resistencia íntima consistió en recoger plantas, plumas y mariposas que guardaba entre las páginas de los libros de Marx, Lenin y Guevara que los guerrilleros le obligaban a leer. Coleccionar y taxonomizar la naturaleza oscura, violenta e inextricable a la que se enfrentaba (la de la selva, la de sus captores), fue su mecanismo de subsistencia. 

Simultáneamente, en su hogar empezó a generarse otro tipo de archivo, tal vez con el mismo fin de ordenar el miedo: recortes de prensa que recogían toda noticia relativa al secuestro, fotografías del álbum familiar, planos, cartas de amenaza y negociación recibidas de la guerrilla y telegramas de apoyo de los allegados. Perdida entre la maraña de documentos que la madre atesoró durante el cautiverio, se encontraba una imagen fundamental para el proceso creativo que iniciaría cuarenta años más tarde su hijo Luis Carlos: la Polaroid que los captores enviaron como prueba de vida: una imagen oculta a partir de la cual Tovar ha edificado una profunda reflexión que transita desde el archivo heredado y el intento de reconstrucción de la memoria familiar hasta los mecanismos colectivos que permiten erigir la Historia o sistematizar el olvido de las realidades íntimas que la componen. 

@Luis Carlos Tovar, Contre Souvenir, La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage

El ritual de exhumación del legado familiar emprendido por Tovar reveló una imposibilidad ontológica: la de revivir el pasado a través de pruebas y rastros de incierta clasificación (¿es el archivo una prueba de vida?). Y también desveló una certeza científica: las muestras naturales, fotografías, libros y documentos conservados estaban en un proceso de descomposición causado por los mismos microorganismos que pueblan la manigua. En el trabajo de Luis Carlos Tovar, manigua significa memoria: una forma de vida caracterizada por la impermanencia, la maleabilidad y el auto-canibalismo. 

Mediante la mirada ultra humana (o infrahumana) que brindan artefactos ópticos como el microscopio o el telescopio, podemos ver las similitudes entre los árboles, los hongos, las constelaciones o las neuronas: son imágenes que unifican el Universo. Luis Carlos Tovar ha dedicado su trayectoria artística a dichas imágenes. 

Carl Jung describió la sincronicidad como “una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicada algo más que la probabilidad aleatoria”. Para demostrar que existe una relación no necesariamente causal entre dos hechos, se sirvió de un escarabajo dorado que apareció simultáneamente en la descripción del sueño de una de sus pacientes, y en la ventana de su estudio mientras la psicoanalizaba. En nuestra historia, no es un escarabajo dorado sino una mariposa azul la que une puntos supuestamente inconexos: restos de una mariposa conservados en un libro revolucionario (Morpho); dios nocturno de alas batientes, capaz de transformarse y de inducir sueños (Morfeo); apodo de uno de los secuestradores (Paco-Morpho amathonte). La mariposa es una misma forma con distintas apariencias; la lámina primera del test de Rorschach. En el proyecto contra-monumental de Luis Carlos Tovar, la fotografía posee las mismas características: la imagen es un ente orgánico, mutable, en permanente vía de extinción. Es, de nuevo, manigua. 

@Luis Carlos Tovar, Contre Souvenir, La Graineterie, 2023 Photo © Marc Domage

En 1632, Galileo se adelantó a la teoría de la relatividad proponiendo un experimento: “enciérrate en la cabina principal bajo cubierta de algún barco grande, y lleva contigo algunas moscas, mariposas y otros animalillos voladores...” El ejercicio permite comprobar que la velocidad del vuelo de las mariposas no varía en función de la velocidad del barco en movimiento. De hecho, el observador no puede deducir del comportamiento de los insectos si la nave se mueve o está quieta. Esta parábola científica nos previene contra nuestra percepción y nuestros sentidos como medida universal. La ilusión del tiempo (que discurre o se detiene), no es más que un efecto óptico. Una sucesión de recuerdos que gira sobre sí misma puede generar un relato vital o colectivo, como las imágenes fijas que parecen moverse en un zootropo. Pero si el artefacto gira demasiado deprisa, la imagen desaparece. La memoria también puede ser un zootropo que hemos hecho girar con una fuerza excesiva. A la mirada micro y macroscópica, Tovar suma otra posibilidad: la estroboscópica, capaz de detener un tiempo en movimiento. Pero es, también, una mirada ilusoria. 

Luis Carlos Tovar comenzó a indagar en su memoria familiar en 2019. Los proyectos que muestra esta exposición (Jardín de mi padre, Fricciones, Manigua) conforman una trilogía que nos habla de la materia de la que está hecha el tiempo y de las escalas que conforman la mirada y la memoria. Habla del tiempo como construcción íntima, histórica y simbólica, como herencia colectiva hecha de fragmentos: el secuestro del padre es una partícula infinitesimal en el bosque pantanoso e impenetrable del conflicto colombiano. Y habla del archivo como accidente, de la colección como relato fallido, como infructuosa prueba de existencia. Contre-souvenir apela al carácter meta- morphico del recuerdo individual y común. 

Esta trilogía cierra en suma un ciclo creativo y vital. Gracias la disidencia creativa con la que aborda el posconflicto, Luis Carlos Tovar hace converger tiempos y escalas divergentes. El fruto de su trabajo nos invita a seguir el vuelo de una mariposa sincrónica, cuyo aleteo escuchamos en la oscuridad. 

María Santoyo, noviembre 2022 

¡VISITA OBLIGADA!


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