ALUMNOS
El tiempo del sueño
La brutalidad del horizonte representada oníricamente, como escenarios recreados por y para la ensoñación de lo extraño. Un paisaje reestructurado que da lugar a nuevos espacios naturales salvajes confiriéndole un grado de rareza e incomodidad que acaban por conseguir que el sujeto sea un ser ajeno a su inicial creación.
La perpetua pugna por la tierra, no como superficie que nos alberga, sino como acotación que nos disgrega, nos obliga a dejar el eterno estigma de supremacía sobre todo lo que nos circunda, adhiriéndose a ésta la necesidad de control superior, de educar lo indómito para, a nuestro juicio, hacerlo bello, dejando atrás lo sublime, el paisaje agreste, para atribuirle una nueva funcionalidad a nuestro servicio.
Un juego de contradicciones, La necesidad de ser salvaje y la necedad de privarlo, la búsqueda de lo innato y la lucha por controlar todo lo que no tiene gobierno, reducido al miedo, miedo al procedimiento desbocado, a perder la forma impuesta.