Una sensación tan barroca

Siempre me ha costado decidir, no sé escoger un rumbo y abandonar todos los demás. Cuando una obligación se detiene frente a mí, mi instinto suele ser rodearle y hacer todo lo contrario. De ahí que cuando me vi en la necesidad de hablar sobre un tema tan personal -porque una solo exhibe sus secretos cuando estos pesan demasiado- no lograba decidirme por un único lenguaje. Me sentía aprisionada, seca y ahogada al mismo tiempo. Probaba una manera tras otra de contar una misma historia sin decidirme por ninguna. Más velada, más explícita, más abstracta, más sencilla, menos universal, más universal. Todos esto fueron adjetivos que atravesaron esta búsqueda y a los que finalmente me rendí. 

'Una sensación tan barroca' es el resultado de esa búsqueda y del movimiento incómodo e indeseado que significó la ruptura de mi relación. Con ella una mudanza repentina, un cambio de territorio, clima, costumbres, cotidianidades. Un viaje hacia afuera, lo más lejos posible. Un viaje que implicó un reconocimiento de espacios abrumadoramente irreconocibles, de una localización confusa, de hábitos rudos y distantes y a partir de los cuales se acentuaba mi sensación de soledad. Dando germen a ese hilo conductor que atravesará esta red, este popurrí, este conglomerado: la necesidad de hablar sobre ese desamor. 

"Escribir este libro ha sido una oportunidad para ensamblar pedazos, tomar piezas sueltas y ponerlas juntas, combinar una serie de elementos, encontrar amistades entre las imágenes y relaciones entre los textos" dice Valeria Mata, y yo descanso al ver mis intenciones en sus palabras, aunque sean otras palabras y otros pedazos. En este caso, esas manifestaciones son la escritura en prosa unida a experimentaciones con la imagen: fotografías de diario, archivo intervenido, collages, ilustraciones, notas de agendas. Manifestaciones todas que viajaron conmigo como si fueran precuelas de una película que todos hemos vivido: salir del desamor, esa sensación tan barroca.