ALUMNOS

Habitaciones

El acercamiento a esta idea empieza desde mi habitación. Un lugar donde el vacío es el origen de todas las cosas, reflejo de un lapsus en la memoria.
Mientras trabajaba en este proyecto, me crucé con Virginia Woolf, y a través de su libro “Una habitación propia” me di cuenta de la importancia de tener un lugar íntimo, donde dejar espacio a la fantasía de uno mismo.
Las fotografías son autorretratos trasladadas a personas cercanas, que expresan al ser frente a lo deshabitado, como cuando llegué a la habitación en la que hoy día anido. Me refiero a que me recuerdan a una época en la que tuve que empaquetar mis recuerdos para abandonar un hogar, y albergar de sorpresa en uno nuevo y desconocido.
En prácticamente todas las fotografías entra en juego la ventana (ya sea visible, o revelando su existencia por los reflejos de luz en las paredes), lo que es una llamada constante de atención a la conexión con el mundo exterior, dentro de un lugar de refugio.
Es una invitación a reflexionar sobre los límites de la intimidad, que inevitablemente se interrumpen cuando el exterior la penetra o cuando las personas desean abrirse a lo que hay fuera.
Hay, desde luego, una clara predilección por el cuerpo joven, que ronda a la edad que tengo. Cada persona se relaciona con la cámara a su manera. La omisión de los recuerdos influye en las expresiones faciales que en general no manifiestan angustia, sino una cierta naturalidad como proyección de la familiaridad que les proporcionan las paredes que les rodean.
Definir la habitación no sólo como un lugar de protección, sino como un acto de nutrición, una necesidad orgánica, aproximándome al útero materno como metáfora de una regresión.
Cuando aprendemos a razonar, nuestra naturaleza destina a calcar fielmente la línea sinuosa y siempre original de nuestro propio sentir, sellando el alma en nuestra obra.Yo como receptora, me denomino según una mente porosa que intenta erigir una mirada inteligente, y libre, como manera de sanación.
Acostumbrar el ojo a mirar con calma y con paciencia, para una profunda y contemplativa atención. Hablar del espíritu, y construir de la ausencia, presencia. Cuanto puedo hacer es simplemente observar las limitaciones, y valorar tanto las mías como las de cada persona a quien fotografío.  


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