Ricas y Famosas

El trabajo de la fotógrafa mexicana es un ejemplo del nuevo documentalismo latinoamericano. Ha sido objeto de una gran polémica por haber retratado el escandaloso modo de vida de la oligarquía mexicana.

La fotografía mexicana se ha acercado a menudo a la vida colectiva de la nación por medio de una peculiar mezcla de objetividad etnográfica y una fascinación embelesada por aspectos de la realidad que lindan con lo barroco, e incluso con lo surrealista; pienso, sobre todo, en Manuel Álvarez Bravo. Pero, como señaló el crítico Rubén Gallo, los resultados, en manos de los numerosos sucesores del maestro, han degenerado en ocasiones en una "idealización exagerada , artificial y a veces condescendiente", En su serie "Ricas y Famosas", Daniela Rossell derriba esta tradición al tiempo que permanece fiel a su esencia volviéndola al revés. Centra su mirada etnográfica, no en las vidas cotidianas de los humildes y en sus tradiciones y costumbres inmemoriales, sino en su propia clase social; los oligarcas cuyo poder económico y político mantiene a los humildes en su sitio. O no precisamente en los oligarcas en persona, sino en aquellos que viven a su cargo; sus esposas y sus hijas. A pesar de eso, Rossell sigue a Álvarez Bravo en su percepción de una realidad hechizada y fantasmagórica, en la que "los personajes habitan en un claroscuro donde se desvanecen y se convierten en fantasmas" (...). Las palabras son de Fernando Leal , y fueron escritas en 1935 refiriéndose a Álvarez Bravo, pero son aplicables a Rossell, con la salvedad de que el antiguo claroscuro ha dado paso ahora a un caos discordante de colores vehementes y saturados.Rossell es una descriptora detallista y exigente, lo que equivale a decir que, por una aparente paradoja, sus imágenes minuciosamente estudiadas parecen enteramente imaginadas, incluso de un modo delirante. Los personajes de Rossell se revelan como lo que son o como lo que les gustaría que se pensara que son. Del mismo modo que su riqueza les permite consentirse físicamente , tener una vida de consumo manifiesto y de manifiesta sexualidad, también los defiende de tener que hacer frente a cualquier visión hostil del mundo.

Estos interiores cuasibarrocos ubican a sus habitantes en un mundo de espejos enfrentados e imágenes engañosas: un mundo en el que se ha rechazado deliberadamente cualquier sensación de áspera realidad. Rossell parece haber encontrado mucho quwe aprender de estas mujeres a las que otros desdeñarían como a parásitos sociales. ¿No es su existencia literalmente fantástica la prueba de una expresión personal recargada que hace que el resto de nosotros parezcamos lastimosamente reprimidos?. Cada una de estas criaturas es más o menos lo que Jack Smith vio en cierta ocasión en la Dietrich de Von Sternberg: "un brillante travesti en un mundo de delirantes aventuras irreales".