NOTICIAS

Los "Límites" de Lola Martínez: entrevista

Instalación de "Romanika" de Lola Martínez

En tiempos de límites, muros y espacios únicos, hemos querido entrevistar a nuestra profesora del Curso Avanzado, la investigadora y artista Lola Martínez, para que nos ayude a construir en contra y no en pro.

Una fotógrafa que se ha formado en EFTI, Inglaterra y Alemania. Con proyectos galardonados con premios y becas internacionales. Y que se considera a sí misma una artista visual que explora la naturaleza de la propia estructura de la fotografía. Su investigación está determinada, al mismo tiempo, por la historia del arte y por la idea de que el límite entre cine y fotografía es cada vez más difuso. Para la artista, sus fotografías “son en su mayoría cortometrajes o pinturas”.

Pregunta: Buenos días Lola, lo primero de todo, gracias por prestarte a esta entrevista, que estamos seguros que marcará un antes y un después en el planteamiento y forma de crear de nuestros lectores.

Tras zambullirme en tu Portfolio de "Límite" y detenerme en tu investigación fotográfica y teórica, no he podido evitar que me viniesen a la mente los libros de Jordi Balló Motivos visuales del Cine y El mundo, un escenario. Sin duda, con estos ensayos/ manuales de la construcción de los elementos narrativos de la historia del cine y el teatro, nosotros, como espectadores, aprendemos a ver más allá, a mirar con detenimiento,  características que comparten todos tus proyectos. Por ello, me gustaría que nos contases de donde nace este interés, por así decir, cuándo fue la primera vez o la primera foto con la que te diste cuenta de esto.

Respuesta: Bueno antes de ir poco a poco según los proyectos, te contaré que siempre tuve una manera muy incómoda de componer, motivo de polémica, incluso en mi casa. Aclararé que mi padre es un estudioso de la Geometría y le costaba entender las decisiones que yo tomaba en mis dibujos en relación a la escala, proporción y espacio-. Ahora, muchos años más tarde entiende lo que hago y creo que hasta le impresiona, pero repite que le ha costado mucho porque llevaba al límite todas sus preconcepciones sobre simetría y composición.

Esto te lo cuento para que veas que siempre ha sido así. No ha sido un ejercicio de reflexión predeterminada. Simplemente yo veía el mundo de otra manera, y en mi mundo nada era lo suficientemente importante como para estar “grande y en el centro”.

Lugares Sin Espacio

H.M.: Lugares Sin Espacio, título hermoso y sugerente donde los haya, trata de llevar a cabo, como nos cuentas en tu investigación, “un ejercicio de despoje, de desaturación formal”, una aproximación a la no-fotografía, y su resultado fotográfico se aproxima mucho a la atmósfera de estos días vacíos y solitarios, a algo a lo que no acostumbrados estamos. ¿Cómo te surge esta idea? Y, volviéndonos más enrevesados, ¿crees que a día de hoy, tras un mes de confinamiento, hubieses llegado a ese punto de desaturación o lo hubieses superado?

L.M.: Lugares sin Espacio surge de una conversación con una amiga sobre los escenarios arquitectónicos de los sueños de cada uno. Yo siempre había soñado con espacios inmensos, deshabitados, calles vacías y donde la luz gris del cielo se confundía con el gris del cemento. Muy distópico.

Dicho así podría parecer deprimente, pero a mi la idea del fin del mundo siempre me ha resultado muy atractiva y tranquilizadora.

Ella me comentó que siempre soñaba con interiores muy barrocos. Es la primera vez que me di cuenta de que no todos soñábamos igual. Puede parecer una tontería, pero yo no me lo había preguntado nunca y me impresionó. Un día tormentoso caminando por la calle con ella le dije: “mira, así son mis sueños”, e hice la primera foto de la serie que es la de los muros y la antena. Lugares sin Espacio son fotos de como yo sueño.

Romanika

H.M.: Del vacío a la oscuridad, de la composición a la luz, el juego que llevas a cabo en Praesentia creo que llega a su perfección expositiva con tu instalación en la Iglesia de Saint- Jacques de Dival: un espacio con luces y sombras, con eco, tan húmedo seguramente como las descripciones del Elogio a la Sombra de Tanizaki, al que tú mencionas, y, si vamos más allá en elucubraciones, un lugar que nos lleva a la imagen de aquellos monjes que transcribían los grandes tratados y libros de teología, ciencia y filosofía y que terminaban ciegos … ¡me parece maravilloso! Cuéntanos, ¿cómo surgió esta oportunidad? ¿Nos podrías hablar de los conceptos, de la ideas, de las sugerencias que articulan su montaje y disposición?

L.M.: Bueno a mi lo que me parecen maravillosas son las imágenes que tú evocas sobre ello. Nunca se me hubiera ocurrido pensar en monjes ciegos y sin embargo tiene mucho que ver – vaya oxímoron (carcajada)-

Con Lugares sin Espacio había llegado al límite del blanco por decirlo de alguna manera, así que me fui al lado contrario, el negro, la subexposición. Estaba obsesionada con la idea de que pasamos delante de las imágenes a toda prisa y sin prestar ninguna atención, en museos, galerías, ahora redes sociales como Instagram.

Faltaba atención y yo quería molestar a mi espectador para que al menos por extrañamiento, se detuviera a mirar la foto. Como tu dices, que se sintieran un poco ciegos – al menos a lo obvio -, y en esa ceguera descubrieran otras cosas de si mismos. Praesentia iba de eso, quería que el espectador sintiera una presencia, eso que llaman los 21 gramos, pero de la foto.

Años más tarde, estaba de residencia artística en Francia. En el pueblo donde estábamos – hogar de Camille Claudel por cierto – había una pequeña iglesia románica en ruinas de la que estaba enamorada. Siempre me gustó el románico porque era más tosco, más oscuro, con sus columnas bajas y gruesas, sus esculturas deformes - casi un poco paganas porque en vez de mirar santos parecía que estabas mirando aquelarres-, me parecía mucho más interesante que el estilismo del Gótico, pero bueno es que es la esencia misma del Románico: la belleza aparente aleja de la verdadera belleza que no se aprecia a través de los sentidos. En realidad, es lo mismo que Praesentia si lo piensas, y de ahí su nombre.

Propuse la instalación para esa iglesia, pero el ayuntamiento no me dio los permisos porque era estructuralmente peligroso, pero les gustó el proyecto y decidieron financiarlo y patrocinarlo en la iglesia de St. Jacques Dival en Villenauxe-la-Grande, que ya se había utilizado en otras ocasiones como sala de exposiciones. No soy una persona religiosa, pero para mi, las iglesias son las máquinas más perfectas de luz que he conocido - algo que me enseñó a apreciar mi madre, Historiadora del Arte -.

La instalación fue muy complicada debido a la envergadura del lugar. Las fotografías tenían casi dos metros en su lado más largo para mantener una cierta proporción, y había que colgarlas a mano de un techo a 25m de altura – en mi web se pueden ver fotos del montaje -.

Lo más importante para mi era que fueran un recorrido para descubrir las fotos mientras paseabas el espacio. De esa manera me parecía menos impositivo que la clásica foto en pared, más de libre asociación entre unas y otras imágenes, según fueras a derecha o izquierda entre unas y otras. La decisión de la promenade la tenía el espectador, no había un recorrido impuesto.

El resultado para mi fue espectacular y también su acogida. Por culpa de esa exposición un viaje de dos meses a Francia se convirtió en dos años en Paris. Una época que recuerdo como maravillosa, libre, sin un duro, trampeando para ser artista -Paris no es una ciudad amable en ninguna de sus formas, pero eso te hace estar muy despierto -. ¡Vamos, un verdadero cliché de la bohemia!, pero fantástico (se ríe a carcajadas).

Le Pli

H.M.: Llegamos a tu estudio de los Límites de la Superficie y entra el tacto, rompes la bidimensionalidad ¿Por qué? Y ¿cómo se tomaron el resto de fotógrafos que hicieras eso?

L.M.: Bueno en realidad, tiene toda la lógica. Mi investigación dudaba de la vista como sentido hegemónico y buscaba el conocimiento a través de otros sentidos. Años antes esbocé el borrador de mi primera tesis sobre el tacto en la imagen. Tristemente no encontró mucho apoyo y terminé por cambiar de tema. Ahora, que en este nuevo mundo que nos espera el tacto parece que va a ser el sentido prohibido por excelencia, alguno se va acordar de mis pesquisas, ya verás – risita irónica -.

Me molestaba mucho esos de los carteles de “No tocar” en los museos. Entiendo que no todos podemos pasarle la mano a un Velázquez porque lo destrozaríamos, pero yo quería sentir la pintura, no mirarla, descubrir su taco, su relieve, ¿es caliente?, ¿fria?, ¿Cómo responde a mi mano? Lo mismo me pasaba con la foto, y no hablemos de la escultura – tengo una reseñita publicada en 2011 sobre el tema que se llama “Tocar es límite” así que ya ves que al final siempre ando dando vueltas a lo mismo -.

Volviendo a las polaroids, durante la residencia artística hice otro proyecto con estas que verdaderamente fue un ensayo fallido – como tantas veces cuando se investiga -. Así que antes de descartar todo el trabajo y tirar las fotos a la basura – que son muy caras -, decidí que podía probar a “molestar” un poco a la emulsión a ver que pasaba. Total, no tenía nada que perder. Y así empezó ese trabajo escultórico con la superficie. Son fotografías para tocar.

¿Y como se lo tomaron el resto de los fotógrafos? Pues no lo sé. Siempre he tenido un problema de localización en las categorías. A los artistas les parece que soy muy fotógrafa y a los fotógrafos que soy demasiado artista. Creo que se lo tomaron como una investigación “plástica”, pero habrá que preguntarles a ellos. Entre los artistas tuvo buena acogida, es cierto, esta vez se dejó ver bastante en Londres.

La mirada centrifugada

H.M.: Movimiento, eso que ahora tanto anhelamos; está claro que el término “pasivo” no se te puede aplicar ni a ti, ni a ninguna de tus investigaciones y esto nos lleva a La mirada centrifugada.

En tu Portfolio hablas de que te inspiras en las afirmaciones de Hito Steyerl sobre la definición del sujeto contemporáneo como un sujeto en caída libre… La pregunta es obligada: ¿has pensado en continuar con este proyecto durante estos días?

L.M.: Bueno, fíjate que si y no. La mirada centrifugada resuelve un problema espacial y lo que me tiene a mi en estos días muy pendiente es el tiempo.

La condición tiempo desde mi punto de vista ha cambiado o está por cambiar de manera significativa – como ya ha pasado en otras ocasiones -.

Esta mañana hablaban en la radio de estar en un presente continuo, de no poder hacer planes porque hay una sensación de pausa indefinida en el tiempo. Estamos algo así como en el “tiempo suspendido” – el día de la marmota, vaya – y eso es precisamente sobre lo que habla Steyerl. Ella utiliza un término fundamental para describir la caída libre que es la stasis – por cierto, mal traducida por éxtasis en la versión publicada en “Los condenados de la pantalla” que destroza el significado de todo el texto -.

La stasis es una especie de suspensión artificial creada por oposición dinámica de fuerzas contrarias – algún etimólogo me va a cortar la cabeza por meterme en este jardín, y prefiero ya dejar declaradas mis disculpas -. Esto es un poco este confinamiento para mi, una stasis, una suspensión irreal del tiempo por falta de referencias externas. Por tanto, contestando con un buen rodeo a tu pregunta - que ya ves que me enrollo como las persianas -:si, voy a seguir trabajando en ello, pero desde la idea de tiempo, desde la stasis.

Esto, además, contesta de alguna manera a la segunda parte de tu primera pregunta sobre Lugares Sin Espacio.

Valdradas

H.M.: Valdradas es el primer proyecto con el que exploras el límite del software. Vemos paisajes, mundo exterior que, revisitando tus imágenes a día de hoy, roza en y con ellas lo sublime y nos lleva de nuevo a esa emoción romántica (agrandada en estos días) de fundirnos con la naturaleza, una naturaleza que, al igual que en tus fotografías, resulta siniestra, quizás por nuestra segregación forzosa.

¿Tu encuentro con estos fallos de software fue fortuito o provocado? ¿Cuánto tiempo te llevó dar con los movimientos idóneos para las capturas (te imagino con un alumno de la escuela de Meyerhold por los pueblos, playas y montañas)?

L.M.: Insisto, me encantan tus referencias, deberíamos escribir o hacer un algún proyecto juntas. Queda dicho.

Pues de fortuito nada, este proyecto es más bien un puñetazo en la mesa. Resulta que el teléfono móvil tiene ahora una opción por defecto de “autocorrección” – te reencuadra y endereza la foto – cuando tomas una fotografía.

A mi esto me lleva a la indignación ¡Media vida estudiando como romper la ortodoxia compositiva en el encuadre en un ejercicio minucioso, obsesivo y milimétrico, y va a venir el programador de un software a enseñarme como se hace una buena foto! Me parece espectacular la cantidad de ideología que hay detrás del diseño de software de estás máquinas que han asaltado nuestras vidas, y lo poco que en ocasiones atendemos a ello. En este caso resuenan en mi las palabras de Fontcuberta citando a Flusser: “el fotógrafo afronta un grave dilema: reconocerse funcionario del aparato y someterse a sus rutinas, o rebelarse y defender su libertad” (Fontcuberta, 2016: 79).

En esos términos considero este proyecto mi rebelión. Busco todos los mecanismos para agredir el uso normativo de los softwares que vienen por defecto en las cámaras digitales - en especial de los teléfonos móviles -, y reclamo mi espacio de componer “raro” si me da la gana; de rotar, retorcer, plegar o invertir. Por eso lo llamo en ocasiones un proceso de orogénesis digital, porque colisiono los píxeles dando así lugar a nuevas geografías digitales.

Lo de los movimientos es una historia larga y preciosa, pero quizá no se entienda sin especificar que estas fotografías no se tocan en postproducción, es el resultado directo del diálogo de mi cuerpo en movimiento con el software – para que te hagas una idea, normalmente cuando desconocidos me ven haciendo estas fotos, o se asustan pensando que estoy loca o se parten de risa. Es muy extraño verme hacer movimientos raros en medio de la calle -. Pero para no enrollarme demasiado, basta decir que me llevó bastante, un año aproximadamente de muchos ensayos, y que conseguí el primer buen resultado a través de unas clases de danza japonesa. Tenía programado un taller en Bellas Artes (U.C.M) sobre esto, pero el Covid lo ha dejado en stasis…. (sonríe)

Este proyecto está de todas formas en boceto desde mi punto de vista. Llevo un par de años buscando a un cómplice que sepa de programación para que me ayude a hackear cámaras, pero de momento nadie se ha animado. Sirva esto de invitación abierta a cualquiera que le llame la idea – te estoy esperando -.

Praesentia

H.M.: Precipitándome en una única definición, además de como tú nos has contado, sentir predisposición a crear con el contra y en vez de con el pro, te imagino como la encarnación de la cámara, como si ambas fueseis una. No sé si consideras acertada esta definición, pero, para concluir desde aquí: ¿cómo se siente y actúa una “mujer-cámara” en tiempos de coronavirus, qué andas tramando?

L.M.: Mujer-cámara ¡me encanta! Pues la verdad es que estamos muy prolíficas. Estoy haciendo dos piezas para este trabajo sobre el tiempo, y solo diré que, como efectivamente, mi cámara y yo somos una, estamos de momento sincronizadas en un mismo tiempo. Pero vais a tener que esperar al resultado (ruido de tambores creando expectación).

Además de eso me ha dado tiempo a actualizar mi web que llevaba caída desde 2014, escribir dos artículos que están pendientes de publicación, leer muchísimo – libros, y evitando de manera muy consciente el bombardeo informativo en redes - y mirar mis plantas crecer.

También espero que, en unos días, si el sol lo permite, pueda continuar “Event Horizon”, que llevaba tiempo detrás de ello; y bueno, sigo con mis clases claro, que es mi proyecto más longevo y del que estoy más orgullosa- aprovecho y les mando un abrazo a todos mis alumnos que espero que estén bien y nos volvamos a ver pronto por la escuela -.

Quiero hacer todo esto antes de que termine el confinamiento, y desde mi situación de absoluto privilegio que no se me escapa – yo y los míos estamos bien de salud de momento -; porque como muchos sabéis yo normalmente no estoy nunca en casa, sino más bien siempre en la montaña. Así que en cuanto me dejen salir, va a ser difícil que quiera dedicarle un solo minuto a cualquier cosa que requiera de pantalla.

Por último quiero agradecerte con muchísimo énfasis esta entrevista, es un placer poder desarrollar el pensamiento propio a través de preguntas tan interesantes y evocadoras.

©EFTI. 22 Abril 2020


EFTI | CENTRO INTERNACIONAL DE FOTOGRAFÍA Y CINE TELEFONO: +34 91 552 99 99 | EMAIL: [email protected]
C/FUENTERRABIA 4, 6 Y 13. MADRID (ESPAÑA) - VER EN GOOGLE MAPS
METRO: L1. MENÉNDEZ PELAYO Y ATOCHA RENFE. AUTOBÚS: 10-14-54-26-32-37-41-54-57

HORARIO DE ESCUELA: DE 9.00 A 22.00 HORAS.
HORARIO DE OFICINA: DE 9.00 A 14.30 Y DE 16.00 A 18.30 H.

.