En el Centro Párraga de Murcia hasta el 24 de noviembre del 2022

Os presentamos la última exposición de nuestra antigua alumna Rocío Kunst, una artista cuyo trabajo gira en torno a la construcción de la identidad por medio de la memoria, los espacios y los estados psicológicos. En su fotografía, introspectiva y de abierto carácter confesional, el autorretrato se hace presente incluso en ausencia de la artista: un diálogo en el que el valor simbólico de la imagen es esencial. La refinada estética de sus escenas, pese a su aparente sencillez, ofrece una gran profundidad de significados en los que el espectador juega un papel protagónico. Así como la perspectiva de género, y es que la autora crea desde las tripas del feminismo, reflexionando sobre su poder e invitando a las mujeres a construir su propia historia.

"La naturaleza que habla a la cámara no es la misma que la que habla a los ojos"

Walter Benjamin

La exposición “Las cenizas del mundo” presenta un trabajo inédito de la artista Rocío Kunst (Murcia, 1990) en el que explora una vertiente de sí misma que es, a la par, universal, reconocible fácilmente por el público. A partir de fotografías que dialogan con el álbum familiar y con material de archivo, la artista nos sugiere profundizar en una reflexión muy íntima, la de la pérdida y la recomposición, la de la memoria y el recuerdo como elementos particulares, capaces de conectar con las historias de cualquiera de nosotros. 

La exposición parte de la historia personal de la artista y de su genealogía, la que componen las imágenes de su familia y del álbum que atesora en su casa. Ese elemento es fundamental para comprender la dimensión del relato que Kunst plantea: el álbum es ese objeto en peligro de extinción que ha dado forma a las memorias de generaciones, recogiendo entre sus páginas los momentos, las sonrisas, las celebraciones y los encuentros de otros que nos precedieron, de nuestras familias, incluso de aquellos miembros que no llegamos a conocer. Esa foto fija en el tiempo, en un tiempo que no es el nuestro, nos habla también de nosotros, de quiénes somos y de quiénes venimos y es un elemento indispensable en nuestra identidad. Además, cada foto de un álbum nos permite sumergirnos en momentos que no hemos vivido y situarnos en ellos, de alguna manera, para recordar lo que no hemos presenciado. Por eso tienen ese aura las fotos antiguas, algo inmaterial que nos impide deshacernos de ellas: quienes aparecen en las fotos están inmortalizados en ese papel. 

Señalaba Barthes que la idea de la imagen de “haber estado allí” cobraba todo su sentido cuando nos referíamos a la foto de familia. Ellos están, nosotros también. En dos tiempos, en dos momentos, en dos presentes distintos, pero todos a la vez. Mucho de esto tiene esta exposición: Rocío Kunst se ha sumergido en sus recuerdos y en su álbum familiar para buscarse a sí misma, para tratar de encontrar algo perdido que puede estar entre estos tesoros que son imágenes. Pero no se ha quedado solo en esto. Ha querido especular y comenzar a fotografiar ella también, poniendo en relación su trabajo artístico con esta búsqueda incansable, haciendo dialogar unas imágenes y otras, estableciendo lazos entre ese pasado y este presente. Si mirar nuestro álbum es conectar con ese tiempo que no es el nuestro, Kunst va más allá y propone ese diálogo entre ella y su recuerdo, entre sus fotografías y la memoria de su familia. 

No es casual el uso del blanco y negro ni la preferencia por el pequeño formato. Esta no es una exposición de grandes expresiones en lo formal sino una introspección llevada a la sala, un acercamiento íntimo a la historia de Kunst pero también a la de cada uno que mira. La artista hace un ejercicio de absoluta sinceridad sacando sus 
reliquias, su historia, del álbum privado y llevándolas a la sala de exposiciones, permitiendo que nos asomemos a su historia, como cuando vemos fotos antiguas de personas que no conocemos. Podemos, sin embargo, imaginar su relato, tratar de interpretar sus poses, sus gestos, lo que estaban viviendo en ese momento. La abuela, el padre o la madre de la artista dialogan con retratos actuales de ella misma de espaldas, desnuda, en la cama, en un paisaje, así como naturalezas muertas y bodegones, en alusión al paso del tiempo. 

En algunas de las imágenes reconocemos elementos de uso cotidiano como cubiertos de cocina, escenas de interior, una cama, una habitación... “Las cenizas del mundo” es una exposición que traslada el espacio privado, el de la casa, al espacio público, el de la sala de exposiciones. 

Decía Susan Sontag que la fotografía era “a la vez una pseudopresencia y un signo de ausencia”, es decir, evoca a quien aparece en la imagen pero que ya no existe, que ya no está y, paradójicamente, lo mantiene vivo de alguna manera, conserva parte de su esencia, triunfa sobre la muerte. He aquí uno de los puntos esenciales de esta exposición: Rocío Kunst establece un diálogo con el recuerdo de sus familiares como parte de un proceso de cierre y duelo, pero también como una forma de supervivencia, tanto de ellos como de ella misma. Las fotografías son esa pseudopresencia que la cámara inmortaliza y permite seguir existiendo. 

Más allá de las cenizas del mundo, esta exposición es también lo previo al incendio, la esencia de lo que queda después, el recuerdo, la nostalgia y la imagen. Solamente así la fotografía ha sido capaz de perpetuarse una generación tras otra, por su capacidad de ensoñación y memoria. 

Semíramis González, comisaria y profesora del Máster de Fotografía de Autor

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