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El Master de Fotografía y Gestión de Proyectos en palabras de su directora
La población actual sube a la red 1.8 mil millones de imágenes diarias. Si a ello le sumamos las imágenes que se capturan pero no se comparten (tomas impulsivas o íntimas, selfies descartados, ráfagas inútiles, archivos olvidados o perdidos), las cifras resultan todavía más desconcertantes. El registro de imágenes ha sustituido a la memoria y va camino de suplantar la vivencia.
Cada vez más sucesos, incluso aquellos que protagonizamos, se experimentan por medio de una pantalla. ¿Es ésto fotografiar?
Hasta la irrupción de la fotografía digital a comienzos del siglo XXI, el fotógrafo era un hacedor de imágenes, con la carga de poder implícita en su rol (un poder blanco, masculino y occidental poco cuestionado, que hoy debemos revisar). Tal función parece haberse resignificado, y no solo por la evolución tecnológica del medio fotográfico —la cámara digital ha desritualizado y democratizado hasta el extremo del Smartphone todos los procesos—, sino por la generalización de métodos connaturales a Internet como la apropiación o la colectivización. Los fotógrafos ya no tienen por qué tener una posición proactiva ante la imagen: ya no disparan, ya no atestiguan instantes decisivos (¿quiénes son ellos para juzgar la capacidad de decisión de un instante sobre el tiempo?).
En muchos casos, podría decirse que son las imágenes las que toman al fotógrafo, y no al revés. Sin embargo, el fotógrafo, la fotógrafa, hoy más que nunca, debe tener una posición activa ante la fotografía y su función en el mundo actual. Posicionarse. Sumido en la marea global de imágenes, su papel no puede ser banal.
¿Cómo puede diferenciarse un artista visual del común de los mortales, hoy que fotografiamos todos y todo? Probablemente, enfrentándose a la celeridad y la inmediatez que proporcionan las nuevas tecnologías con una mirada más atenta, que no contribuya a representar el mundo que nos rodea generando más imágenes sin criterio, inanes y efímeras. Bien al contrario, que lo confronte con una visión perdurable y cargada de sentido. El sentido puede ser conceptual, estético, artístico, documental, ficticio, abstracto, pulsional, revolucionario… Tal vez no sea ya tan importante adjetivar la fotografía. Pero sí proponemos un prefijo para ella: TRANS. Abogamos por una fotografía transversal, con capacidad de transmitir, transgredir y transformar.
El Máster de Fotografía y gestión de proyectos ofrece una formación integral, basada en la experimentación, la imaginación y el cuestionamiento de la realidad circundante.
El programa proporciona todo tipo de conocimientos y estímulos, pero aspira sobre todo, a infundir el sentido esencial para todo creador: la curiosidad. Si todo va bien, los alumnos terminarán el curso con más preguntas que respuestas, pero todas las preguntas, esperamos, serán pertinentes.