ALUMNOS
Querida Delia
Aunque cueste creerlo, en mi familia hay un ángel de la guarda. Llegó volando desde Uruguay y se posó en casa de mi abuelo. De esto hace mucho tiempo. Convirtió los últimos años de un hombre trabajador e incansable en un remanso de paz. Fue asombroso. Aún me pregunto cómo pudo el ángel hacer, de su última vejez, una de las épocas más felices de la vida de mi abuelo.
No sólo eso, porque también desprendió esa calma y tranquilidad sobre mi madre y mis tíos y aún le quedaron trucos para mis primos y para mí. Nos dio comida (milanesa uruguasha ,una de sus especialidades) seguridad y mucho amor. Cuando era pequeña tuve la suerte de dar por hecho que había muchos ángeles a nuestro alrededor. Hoy sospecho que no es tan fácil hacerse con unas alas, pero quién sabe.
Os presento a Delia.