LA FE

Es tarde. Rebajas. Camino a empujones por la Puerta del Sol.

No, camino no.

Diré mejor que mi cuerpo es arrastrado por un ejercito de personas-con-bolsa, de esas que no tienen cara pero tienen mucha prisa.

Me erizo. (No se porqué paso por aquí si nunca encuentro el sol en esta puerta.)

Para cuando ya he renunciado totalmente a mi trayectoria, las personas-con-bolsa se disuelven dejándome a los pies de un predicador.

¡Grandioso! Creo que un predicador en la puerta de Apple es lo mas trascendental que he visto en toda la semana.

Sus zapatillas New Balance y su traductor simultaneo son la certeza de que en el cielo ya hay wifi. (Todos hemos acabado mordiendo la manzana.)

Escucho. Me pregunto porqué predica aquí, donde todos tienen hambre.

De minutos, de ruido, de neones magenta...

Curiosamente el predicador sostiene una claqueta de cine y de reojo me mira. Sonrio.

Enciendo mi grabadora y mantengo el tipo. Asiento para despistar, mientras robo sus palabras.

Palabras, que ahora son mías. Ahora están aquí.

Ahora las personas-con-fe me aprietan mas fuerte que las personas-con-bolsa mientras me pregunto, qué suena en un cielo de neones magenta.