Donde habita la memoria

En la Plaza Mariano Granados de Soria hay un mural que rinde homenaje al poeta Gustavo Adolfo Bécquer en el que se puede leer la frase “Volver donde habite la memoria”.

Mis abuelos maternos, como tantas otras familias en España, se trasladaron a vivir a Soria en 1970. Dejaron atrás su vida en Regumiel de la Sierra, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, y se marcharon a la ciudad en busca de una vida mejor. Mi madre llegó a Madrid a los 18 años para trabajar, allí conoció a mi padre, se casaron y se establecieron en la capital. Yo he nacido y me he criado en Madrid, sin embargo, siento mi memoria profundamente conectada a este lugar de procedencia heredado. Refugio ante ese sentimiento de identidad diluida que provoca en mí la ciudad.

La memoria nace de la pérdida. Un pueblo que está perdiendo la vida que un día lo habitó, la muerte de una generación con la que estamos enterrando parte de lo que somos.

Volver donde habita la memoria se torna para mí un ejercicio necesario de auto-consciencia. Descubrir qué es y cómo se manifiesta en el interior. Es una mirada, desde el interior, hacia los lugares de los que provengo, una vuelta al origen a través de mis recuerdos pasados y mis sensaciones presentes. Memoria involuntaria. Pero también memoria heredada, aquella que no procede de mis vivencias sino de las de mi abuela. Memoria que es origen y no recuerdo.