ALUMNOS

“…del tiempo y de la destrucción…”

 

 

 

El “urbex” (exploración urbana) es una actividad que tiene por objeto adentrarse en lugares abandonados, por lo general edificios, aunque también poblados, recintos, espacios subterráneos…, ya sea por puro entretenimiento, curiosidad, o por la multitud de inusuales sensaciones que se experimentan al sobrepasar los dudosos límites de lo legal y recorrer lugares repletos de todo tipo de peligros. 

En lo personal desarrollé esta afición hace poco más de 6 años, cuando me adentré en el recientemente desaparecido chalet de Parquesol (Valladolid). Siempre me fascinó esa pieza inacabada, escultórica, dominando desde lo alto de la ladera, a modo de mirador, como si hubiera sido concebida para tal fin. Recuerdo que fue una mañana de sábado cuando me introduje a través de un agujero en el vallado. Todo el equipo fotográfico que llevaba conmigo era la cámara. Ni trípode, ni flash, ni descentrable, ni gran angular, ni teleobjetivo, ni filtros, ni disparador remoto, ni baterías de repuesto. Y lo peor de todo: disparaba en modo automático. 

Hoy en día para mí sería impensable realizar una actividad de este tipo sin planificar hasta el más mínimo detalle. Una vez elegido el destino y tras revisar las previsiones meteorológicas organizo la jornada en base a la expedición que, dependiendo de la extensión del objetivo o la distancia a la que se encuentre, puede ocupar un día entero.

Llevo tiempo formándome en el complejo campo que es la fotografía de arquitectura. Como toda disciplina tiene un proceso de aprendizaje, pero por mucho tiempo que dediques a la teoría o muchas referencias que tomes de otros profesionales, es necesario practicar. Es por ello que advertí en este tipo de espacios una posibilidad real de llevar a cabo este cometido, de poner en práctica lo aprendido, de probar cosas nuevas. Cada visita a uno de estos lugares lo afrontaba como un reportaje fotográfico.

Poco a poco fui incorporando componentes a mi equipo fotográfico. Hay que recordar que moverse por este tipo de lugares con mucho peso no es lo más recomendable, pero para mí es una necesidad. En líneas generales, en este tipo de espacios las condiciones lumínicas no son las más apropiadas, por lo que son necesarios unos recursos mínimos -trípode y/o flash-, para poder tomar una fotografía aceptable. 

Cuando un arquitecto encarga unas imágenes representativas del edificio recién terminado, inmaculado, éstas le servirán para ser publicadas en revistas, web y redes sociales, y con ellas tratará de conseguir nuevos encargos. De ahí la importancia de esta figura, ya que un buen profesional puede conseguir que incluso un proyecto mediocre resulte sugerente.

Llega el momento en el que aquella obra que en su momento fue innovadora ya no resulta útil, interesante o beneficiosa. Al igual que ocurre con las personas, un edificio también sufre el paso del tiempo, envejecen tras una vida llena de incontables experiencias y eso se manifiesta en su aspecto exterior, más deteriorado e imperfecto, aunque no por ello menos atractivo o interesante. 

Esta serie fotográfica, inconclusa, es en definitiva un intento por poner en valor algunas de aquellas construcciones abandonadas a su suerte y mostrarlas con el mismo rigor con el que pudieron ser retratadas en su mejor momento. Devolverles la dignidad. Ensalzar la decadencia. Reflexionar sobre el valor del tiempo y de la destrucción.


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