ALUMNOS
Una estrategia de la apariencia
Con sus grandes y monótonos edificios, la ciudad nos atrapa y nos engulle. No somos nada ni nadie ante los ojos de la gran urbe contemporánea. El monótono gris hormigón se expande por todos los lados y nos hace prácticamente invisibles. La sociedad pierde su sello personal, su identidad; un libro sin portada, una cara sin rostro.
Ausentes, dormidos y alienados vivimos obsesionados con el tiempo hasta límites absurdos estructurado en cíclicas rutinas de producción y consumo.
Vemos sin mirar, aceptamos sin pensar. Un mismo patrón viste a la multitud; auténticos clones, hermanos gemelos. Somos mercancía y objetos fabricados en cadena. Ciudades de grandes embotellamientos y aglomeraciones, sociedad de inmensa soledad y aislamiento. Incomunicación absoluta aún estando rodeado de gente en el metro. No hay descanso, el tiempo se acelera. Como máquinas programadas, no nos pertenecemos. No da tiempo a conocernos ni a reconocernos. Creación de un abismo interior, herencia perdida.
Continuas mudanzas de maletas vacías en espacios intercambiables, impersonales. Crecimiento en aumento de no lugares: anónimos espacios mudos carentes de historia. Un mundo sin llaves ni contraseñas, un mundo colapsado por el ir y venir. No queda rastro.