Alejandro Cascallana Rodriguez

Algunos de los miles de rostros que pasan por una de las calles de una ciudad. La ciudad contempla, la ciudad observa. Ese gran gigante que crece y crece y nunca para. Es testigo y partícipe a la vez de cada una de las vidas, de las miles de personas que viven en ella. Crecemos y envejecemos con ella, forma parte de nosotros y a la vez nosotros formamos parte de ella. Solo la ciudad es capaz de contener y contemplar esa mezcla de estrés y caos, que para muchos será razón para odiarla, pero para otros amarla. Sus luces, sus ruidos, su olor característico es lo que te atrapa, no sabes cómo, pero te atrae. Formas parte de ese dinamismo, de su movimiento, eres una pieza más que hace que funcione. Diversidad de personas, convivencia, estados de ánimo en forma de objetos, sentimientos que flotan en el aire. No importa color, género, religión o edad que solo el tiempo pondrá a cada uno en su lugar y el equilibrio en nuestra ciudad. La cara es el reflejo del alma, las personas el de la ciudad. Alejandro Cascallana Rodriguez